Debido a la importancia de la obra y a su valor económico, la interventoría propuso al Instituto Nacional de Vías un sistema de instrumentación para permitir la observación del funcionamiento de la estructura en servicio. La finalidad del monitoreo permanente es múltiple:
- Verificar el real comportamiento de las estructuras bajo las cargas ambientales que varían con el tiempo, respecto de lo que se ha previsto en el proyecto.
- Conocer con anterioridad las señales de eventuales comportamientos peligrosos para el uso de la estructura, que se pueden presentar por hechos imprevistos (terremotos, ráfagas de viento, etc.), de manera que se pongan en marcha oportunamente las medidas de las personas y de la obra.
- Averiguar eventuales modificaciones en el comportamiento producidas por daños y por envejecimiento de la estructura, a fin de poder hacer con suficiente anticipación las intervenciones necesarias de mantenimiento que el defecto de la estructura requerida.
Definitivamente en la construcción de cualquier obra, la planeación y el estricto control de cada uno de los detalles es primordial para generar un buen resultado. El Viaducto Pereira – Dos Quebradas es un claro ejemplo de esto, por eso hoy vemos “ese sueño convertido en una realidad”.
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