El concepto fundamental fue actuar en el interés de la obra para realizar el Proyecto del Cliente, el Instituto Nacional de Vías. Esto significó principalmente cuidar la inversión del dueño ayudando y colaborando con el contratista para la solución de los problemas técnicos, ejecutivos y financieros.
Otro concepto implicó tomar las responsabilidades pertinentes al máximo nivel del rol del interventor. Cuando el contratista encuentra dificultades y necesita ayuda, es tarea del interventor ajustar algunas condiciones que no son esenciales y permitir otras vías para llegar al resultado deseado.
El tercer concepto consistió en presionar al máximo para que la obra se ejecutara bien y dentro del plazo previsto, lo cual fue siempre visto como un asunto de absoluta prioridad.
El cuarto concepto fue que en la escala de las prioridades, la calidad era la primera, antes que el plazo.
Una vez completado el proyecto, el dueño se olvida fácilmente que se requirieron unos meses de más para la culminación; pero si se le entrega un trabajo mal ejecutado, nunca podrá olvidarse.
Se actuó no solamente para las obras permanentes, con el chequeo del diseño, la averiguación de los materiales y de la ejecución, sino también para las obras provisionales y las medidas de seguridad para los obreros, la atención a la ciudadanía para los paros y los desvíos de tránsito, así como también en lo referente a la interventoría ambiental.
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